Vivienda

Cerco a las cocinas fantasma en el centro de Madrid: no podrán superar los 350 metros

No habrá más cocinas fantasma, ‘dark kitchen‘ o cocinas agrupadas en barrios residenciales en el centro de Madrid. Solo se concederán licencias para aquellas que se ubiquen en locales de uso industrial en edificios de vivienda que cuenten con menos de 350 metros cuadrados y siempre y cuando la recogida de los pedidos y la descarga de los productos se realicen en el interior de los mismos.

El Ayuntamiento de Madrid pone fin a meses de polémica y enfado vecinal por la actividad y molestias generadas por este tipo de cocinas en edificios de uso residencial en el centro de la ciudad. Un tipo de negocio que ha cogido gran impulso durante la pandemia y que ha provocado gran malestar entre los vecinos de los edificios donde se ubican por los olores, el ruido y por el tráfico y ajetreo que se genera en torno a este tipo de actividades por parte de los repartidores y las furgonetas de carga y descarga.

No podrán tener más de 350 metros y la recogida de los pedidos y la descarga serán en el interior

Y pone cerco a las cocinas fantasma una vez aprobado el avance de la modificación de las normas urbanísticas del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, que data de 1997 y que no regulaba específicamente cómo debe ser la implantación de este tipo de actividad. Aprobación que tendrá lugar hoy en la Junta de Gobierno.

La modificación de estas normas urbanísticas pretende adecuar la normativa a las demandas actuales de la ciudad de Madrid, como lleva meses explicando Mariano Fuentes, el delegado del Área de Gobierno de Desarrollo Urbano de Madrid, y supondrá la suspensión inmediata y, al menos, durante un año de la concesión de cualquier licencia para cocinas agrupadas dentro de un edificio residencial en Madrid capital, que no se ajuste a la normativa y a las ordenanzas municipales. Y eso implicará que no se concederán para locales en edificios de viviendas que superen los 350 metros de superficie.

Michael Mcloughlin

«No va a haber una moratoria, sino una suspensión de licencias», explica Mariano Fuentes. «Vamos a regular de una forma seria y lógica la implantación de las cocinas industriales y los almacenes de reparto a domicilio —que deberán cumplir los mismos requisitos que aquellas— para que se instalen preferentemente en zonas o polígonos industriales, limitando su implantación en edificios residenciales».

«Queremos sacar las cocinas agrupadas de la ciudad y, en la ciudad, limitar no solo su superficie, sino su funcionamiento, puesto que todos los servicios de carga y descarga y el ‘delivery‘ deberán realizarse en el interior del local, de tal manera que todo el tránsito de personal y vehículos se realice en el interior del local», explica Fuentes.

La suspensión se hará efectiva a partir de la publicación en el BOE de la aprobación del avance de la modificación de las normas urbanísticas del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, aproximadamente en dos semanas, previsiblemente el 16 de agosto, y según la Ley del Suelo, el consistorio dispondrá de hasta un año para suspender las licencias. «Las que ya tienen licencia de actividad podrán seguir operando siempre y cuando cumplan con las exigencias, pero se suspende la concesión de cualquier otra licencia que no reúna las características recogidas en las normas urbanísticas», insiste Fuentes.

Michael Mcloughlin

En la actualidad, apenas hay diez cocinas fantasma con licencia operando en Madrid capital, mientras que las cuatro pendientes de licencia quedarían en el aire. Todas ellas y las que se implanten en el futuro deberán asimismo cumplir con la nueva ordenanza de calidad del aire. Fuentes considera que no hay que ser alarmistas, porque el número de cocinas industriales es escaso, si bien reconoce que el ayuntamiento es consciente de que este tipo de actividades genera molestias a los vecinos.

La Junta de Gobierno que se celebra hoy dará luz verde a la profunda renovación de las normas urbanísticas que permitirán actualizar el Plan de Ordenación Urbana de 1997. «El urbanismo evoluciona y las normas urbanísticas, escritas hace 24 años, no daban respuesta clara a la situación actual. Lo que pretendemos es adaptar ese lenguaje áspero de las normas urbanísticas a la realidad, queremos que se entiendan».

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