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Calderón: «Mi estilo era hacer que todos estuvieran felices»

Uno de los mejores bases de la historia del baloncesto europeo, José Manuel Calderón (Villanueva de la Serena, 1981) formó parte de la histórica generación de los junior de oro. Con 41 años, trabaja en las oficinas de Cleveland Cavaliers, una de las siete franquicias por las que pasó en sus catorce años (2005-19) como jugador NBA. Las otras: Toronto Raptors (su casa durante ocho temporadas), Detroit Pistons, Dallas Mavericks, New York Knicks, Los Angeles Lakers y Atlanta Hawks.

Con tramos en los que bordeó el nivel de all star, Calderón se forjó un nombre como director de juego y como excepcional personalidad de vestuario. En Estados Unidos… y con una Selección en la que debutó en 2002 y de la que se retiró en 2016, después de ganar el bronce de Río, su tercer metal olímpico y el octavo como la absoluta: dos oros (Mundial 2006 y Eurobasket 2011), cuatro platas y dos bronces. Posee un récord que muchos consideran casi imposible de batir: 98,1% en tiros libres en una temporada NBA (2008-09): 151 anotados de 154 lanzados. Y ahora, como premio a una trayectoria extraordinaria, el extremeño ingresa en el Hall of Fame del baloncesto español. 

Primero, claro, un poco de actualidad porque la Selección se acaba de proclamar campeona de Europa. ¿Muy sorprendido?

Todo el que compite lo hace para lograr un éxito así, pero es verdad que esta vez había unos equipos que sobre el papel tenían más experiencia que nosotros, había grandes estrellas… Lo único que teníamos claro es que esta Selección tiene un gen, una forma de competir con la que se lo iba a poner difícil a cualquiera. No sabíamos hasta dónde íbamos a llegar porque en este torneo había equipos buenísimos, pero sabemos competir. Es algo que hemos aprendido. Y ese gen está ahí juegue quien juegue.

Y ese es el gran secreto del éxito permanente de nuestro baloncesto.

No hay casualidades, hay mucho trabajo detrás y eso es lo importante. Eso es lo que hace que hayamos llegado donde hemos llegado. Todo el mundo conocía su rol, todo el mundo sabía lo que tenía que hacer, todo el mundo estaba súper preparado. Otra vez hay que hablar de Sergio Scariolo por el trabajazo que ha hecho.

Usted y los jugadores de su histórica generación se sentirán parte de ese legado del baloncesto español.

Por supuesto, pero no solo por nuestra generación. Lo importante es lo que se ha creado. Yo creo que cuando decimos La Familia, de verdad es porque nos sentimos parte de ello. Cuando estás ahí sabes que estás con un grupo de gente que va a formar parte de tu vida para siempre, que te va a apoyar. Eso es lo importante. Estamos todos orgullosos e igual sí que, además de todo eso, a nosotros nos pilla un poco más de cerca.

Y ahora llega este reconocimiento del Hall of Fame del baloncesto español.

Es algo muy importante, estoy muy orgulloso. Para mí, poder estar ahí es un súper premio. Cuando eres pequeño, muchas veces ni piensas hasta dónde puedes llegar. Estar en un club tan selecto del baloncesto es algo increíble. Estoy feliz, con ganas de que llegue el día y de disfrutar con mucha gente que va a estar en Sevilla y que ha hecho mucho por el baloncesto.

Dice que no se imaginaba llegar hasta aquí. Pero sí tuvo que haber un momento en el que sintió que esto era lo suyo, que iba a ser jugador profesional. ¿Recuerda cuál fue?

En mi caso fue cuando estaba estudiando pero empezaba a ser también profesional, el primer año que el Tau me cede a la LEB. Sigo estudiando en la universidad, pero hay un momento en el que ya tengo un contrato y empiezan a coincidirme fechas de partidos y entrenamientos con exámenes, entregas de trabajos… ahí te das cuenta de que no es muy compatible. Puedes cambiar una cosa una vez, pero no puedes estar pidiendo favores todo el rato. Y ahí decido que tengo que probar, que voy a hacer esto porque siempre tendría tiempo para seguir con la universidad. Tomé esa decisión entre los 18 y los 19 años. Dar el paso y a ver qué pasa.

Después pasó catorce años en la NBA. Le fue tan bien que no tuvo ocasión de regresar a Europa. ¿Le quedó una espina, aunque sea una pequeña, clavada por eso?

Cuando tomas la decisión de ir a la NBA, lo que quieres es estar allí lo máximo posible. Y cuando tuve la posibilidad de regresar a Europa en el final de mi carrera, quizá era ya demasiado tarde. Yo tenía claro que habría vuelto antes si lo de la NBA no hubiera salido así, pero realmente cuando me lo tuve que plantear después vi que mi familia estaba bien en Estados Unidos, que tenía 38 años, que no sabía que iba a pasar después de un año jugando allí… No lo tenía nada claro, y realmente no tuve la sensación de que era el momento de ir.

¿Fue más duro dejar Villanueva de la Serena para irse a Vitoria cuando era casi un niño o dar después el salto del baloncesto europeo a la NBA con Toronto Raptors?

Fueron experiencias diferentes y las dos complicadas. Cuando me voy de Villanueva tenía trece años y a esa edad hay un punto de inconsciencia. Eres un chaval al que le gusta mucho jugar al baloncesto pero no le das vueltas a todo lo demás, a todo lo que hay alrededor, a que todo va a cambiar, con tu familia y con muchas más cosas. El salto a la NBA también me costó. Tenía oportunidad de cambiar de equipo también aquí en Europa, y eso habría sido lo cómodo. Sabía qué iba a pasar, iba a jugar las mismas Ligas, sabía cómo eran los vestuarios… En la NBA están los mejores jugadores, pero te vas sin saber nada. Y eso que yo había hablado con Pau Gasol y Raúl López. Vas a un sitio solo: aquí estoy y a ver qué pasa, a ver cómo me tratan unos jugadores a los que hasta unos días antes estabas viendo jugar por televisión. No es nada fácil.

Hay jugadores europeos, incluso grandes estrellas como Dirk Nowitzki, que han reconocido que les costó mucho adaptarse y que incluso se plantearon regresar durante sus primeros meses en Estados Unidos.

Yo entré con buen pie. Me costó al principio, pero realmente estuve contento. Tuve la suerte de llegar a un equipo como los Raptors en el que me dejaron jugar desde el principio; tuve oportunidades, crecí muchísimo el primer año, jugué partidos de titular ya el segundo… La verdad es que, en ese sentido, las cosas salieron bien y eso hizo que pudiera ir avanzando. Después de mi tercer año ya firmé el siguiente contrato por cinco temporadas. Yo iba con el mensaje de ir a la mejor Liga del mundo, probar y ver, siempre con tiempo para volver a España y seguir disfrutando del baloncesto.

Decía Rudy Fernández antes del Eurobasket que cuando él va a la NBA después de los Juegos de Pekín siente que el jugador europeo es muy respetado allí. Usted va unos años antes, cuando todavía no era masiva la presencia de jugadores no estadounidenses. ¿Notó ese cambio?

Por supuesto. Y sería todavía más específico: había un gran respeto al jugador español por lo que estábamos haciendo durante esos años y todo lo que hemos hecho después. Ven que sabemos competir, que sabemos jugar. Saben que han enfrentado a nosotros en el máximo nivel y lo han pasado mal. Yo llego en 2005 y la sensación con nosotros es distinta ya un año después, cuando ganamos el Mundial en Japón. Parece que das un paso al frente. Dicen, ‘cuidado que esta gente sabe de qué va esto’. Eso nos ayudó a los que estábamos allí.

Hay debates sobre si los jugadores progresan una vez que llegan a la NBA, pero usted es un ejemplo claro de que sí. Fue allí donde se convirtió en un excelente tirador.

Siempre digo que en baloncesto puedes mejorar hasta que te retiras, nunca dejas de hacerlo. Si te pones a pensar, lo sigues viendo en los jugadores. Mira el Eurobasket que ha hecho Rudy, hay cosas que no sé si las hacía antes. Se ha ido adaptando, ha encontrado un rol increíble. Igual no hace los mates que hacía pero es más listo, defiende diferente, es capaz de seguir anotando con facilidad… Sigues aprendiendo, te vas adaptando. Porque el entrenador te lo pide, porque tu físico no es como antes o porque por inteligencia eres capaz de hacer otro tipo de cosas. Mi tiro fue una de las que mejoré, pero también saber cuándo tenía que jugar más con balón porque era lo que necesitaba el equipo, cuando ser más tirador…

En su etapa en los Raptors estuvo a punto de ser all star pero no se materializó. No sé si es algo que realmente vio muy cerca y si le ocupaba muchos pensamientos.

Quizá en algunos momentos tenía que haber sido más egoísta, haber jugado pensando más de forma individualista. Pero ese era mi estilo y al final haces la carrera que haces por cómo eres, como jugador y como persona. En su momento no le di mucha importancia. Luego sí que piensas, ‘si hubiera tirado tres tiros más y dado tres pases menos, igual en vez de 14 puntos habría promediado 18 y hubiera ido al All Star’. Pero las cosas llegan como llegan, no le doy más importancia. Pero sí que es cierto que estuve cerca, una vez estuve a punto y habría sido un premio. Para mí y para la gente que estaba a mi alrededor, mis compañeros de equipo…

Era un base muy base. De esos para los que, como decía Magic Johnson, supone mucha más felicidad dar una asistencia que meter una canasta.

Totalmente, esa era la clave para mí.

Si un niño le preguntara por un partido suyo con el que pudiera entender perfectamente cómo jugaba, ¿sabría decir cuál le recomendaría ver?

Hay muchos, pero creo que si viera un par de partidos míos, los que fuera, estuviera más o menos acertado y diera más o menos asistencias, cogería rápidamente la idea de cuál era mi estilo: intentar que todo el mundo estuviera bien en la pista, involucrados y felices, jugando en equipo. Y meter mis tiros cuando había que meterlos. Y creo que con ver un par de partidos quedaría claro, sean de la Selección o en la NBA.

Esa forma de jugar y esa mentalidad tienen que ver con algo que creo que es parte esencial de su legado como jugador: todo el mundo habla bien de José Manuel Calderón.

Para mí, eso es mejor que cualquier otra cosa. Me da igual haber ganado dos medallas, ocho, siete… Es como lo de ser o no all star. Jugaba porque me lo pasaba muy bien, porque me encantaba el ambiente, estar con mis amigos, con jugadores con los que se formaba esa Familia cuando estábamos en la Selección. Yo era yo, siempre la misma persona en todos los momentos, apoyando a todos mis compañeros… Que cuando te retiras te queden amigos en todos los sitios en los que has jugado, ver que tanta gente habla bien de ti… eso, para mí, es muchísimo más importante que lo que pude hacer en la parte puramente deportiva.

Si eso es lo que más le gustaba de su forma de jugar, ¿qué era lo que menos?

Podría decir eso de que podía haber sido a veces más egoísta, haber pensado más en mí en algunas situaciones. Luego, por ejemplo, en mis últimos años la defensa ya no era mi fuerte, me habría gustado aguantar ahí un poco más. Pero estoy muy contento con mi carrera, hacía lo que me gustaba y me lo pasaba muy, muy bien.

Imagínese que puede coger un rasgo de un base, el que quiera de cualquier época, y añadirlo a su juego: la visión de Magic Johnson, el tiro de Stephen Curry, el físico de Russell Westbrook…

Con mi tiro me quedaría y con mi forma de ver el juego, también. Quizá cogería un físico como de Derrick Rose el año que fue MVP de la NBA, o el del mismo Westbrook… Eso, sumado a todo lo que yo tenía… pues imagínate. Así sí habría sido all star (risas).

¿Tiene un título favorito? Y no me diga que todos.

No, sí que lo tengo claro. Para mí, y contando con lo mucho que significó el Mundial 2006 para el baloncesto español, el Eurobasket 2011 fue muy importante. Fue mi único Eurobasket porque no gané el de 2009 por una lesión. Venía de dos lesiones seguidas, mi peor momento con la Selección. Así que el oro de 2011 en Lituania para mí fue muy importante.

Se quedó a las puertas del oro olímpico y del anillo de campeón de la NBA. ¿Cuál de los dos preferiría haber ganado?

Esos ‘y si’ nunca me han valido. He estado en todas las finales, y en algunas no tuve la suerte de dar el último paso. Pero por esa generación de jugadores que éramos, por lo que se había hecho y cómo se había hecho, quizá me quede con el oro olímpico. No solo por mí sino por los compañeros y por el baloncesto español. Por lo cerca que estuvimos.

Si tuviera que cambiar un solo tiro de toda su carrera, ¿elegiría que Holden fallara el que metió con Rusia en la final del Eurobasket 2007 que perdieron en Madrid?

Cambiaría el de Pau Gasol después (risas). El de Holden entró… pues cambiaría el siguiente, el último que tuvo Pau: que lo metiera. Para mí, además, ese fue mi mejor torneo, fue súper bonito. Estuve en el Mejor Quinteto, podría haber sido el MVP o quedarme muy cerca… fue una pena. Pero de esas hemos tenido mil. Ganas o pierdes, hay muchos tiros y muchos momentos así si te pones a pensarlo.

¿Podría hacer un quinteto con los mejores jugadores de la NBA con los que compartió cancha a lo largo de su carrera?

¿De base me pongo yo? Sí, me pongo. Tendría que estar seguro Dirk Nowitzki, también LeBron James. Después, creo que Chris Bosh de pívot. He jugado con mucha gente muy buena. También Dwight Howard, Vince Carter, Dwyane Wade… Pero creo que pondría de escolta a Wade. Sale un equipo conmigo, Wade, LeBron, Nowitzki y Bosh. Es un equipo interesante, ¿no?

Interesante se queda bastante corto. Ahora, desde su retirada y aunque muchos le auguraban un gran futuro como entrenador, trabaja en los despachos de la NBA. ¿Cómo ve el baloncesto desde ese otro lado de la barrera?

Estoy disfrutando de este otro lado del baloncesto. El tema de no entrenar fue más por tiempo. Me habría gustado, pero tenía claro que mi familia estaba por delante. Ya les había tocado ver que yo estaba fuera, los viajes constantes, los entrenamientos… Y ser entrenador supone el doble de todo eso. Estar el primero en todo, no desconectar en casa porque hay que preparar los partidos… Eso me iba a costar. Quería algo con más flexibilidad, pero en lo que también pudiera aportar. Y están saliendo las cosas bien, estoy encantado.

 

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