6 hábitos sanos del día a día que evitarán las pérdidas de memoria
Durante décadas, se ha pensado que el declive cognitivo y los desórdenes neurodegenerativos como las demencias eran hechos inevitables ligados únicamente al envejecimiento y a la genética. No obstante, y a pesar de que sin duda estos factores juegan un importante papel, en tiempos más recientes se ha ido descubriendo que existen muchas decisiones en nuestro estilo de vida que pueden marcar una gran diferencia en el envejecimiento de nuestras facultades neurológicas.
En esta línea, un nuevo estudio publicado en el medio especializado BMJ ha identificado seis conductas saludables que tienen un impacto significativo a la hora de ralentizar el declive de la memoria y otros parámetros de la cognición.
Una dieta saludable
El primero de estos factores tiene que ver con nuestra alimentación. Y es que es mucha la evidencia de la que disponemos a día de hoy que indica que las decisiones que tomamos con respecto a nuestra dieta son fundamentales para un envejecimiento saludable en muchos aspectos, incluido el neurológico.
Así, los participantes en este estudio de gran cohorte (29.000 participantes) que llevaban una dieta saludable (considerada como tal aquella que contenía las cantidades recomendadas de al menos siete de doce grupos de alimentos: frutas, vegetales, pescado, carne, lácteos, sal, aceite, huevos, cereales, legumbres, frutos secos y té) experimentaron un declive cognitivo más lento que la población en general, incluso teniendo en cuenta el mayor factor de riesgo genético ligado a la demencia (la presencia de ciertas variantes del gen APOE).
Cabe mencionar que, de entre las seis conductas mencionadas en el artículo como claramente beneficiosas, la dieta era la que mayor impacto tenía sobre la velocidad del decline cognitivo.
Actividad cognitiva y contacto social
Algo similar ocurría con aquellas personas que mantenían de manera regular un cierto nivel de actividad cognitiva más o menos exigente, como escribir, leer, jugar a las cartas o a otros juegos al menos dos veces a la semana.
Relacionado con este punto, los efectos beneficiosos del contacto social habitual también han sido ampliamente documentados por la literatura científica previa. Ahora, este trabajo, que consideró como contacto social frecuente aquel que incluía visitas a la familia y los amigos o acudir a fiestas y reuniones, ha corroborado este aspecto.
Hacer ejercicio, no fumar y no beber alcohol
Por último, los investigadores también hallaron que conductas como la práctica regular de ejercicio físico (más de 150 minutos semanales con intensidad moderada, más de 75 minutos con alta intensidad), no haber fumado o haber abandonado el hábito y la abstinencia en el consumo de alcohol eran indicadores de un deterioro más lento que la media en la memoria a lo largo de un período de 10 años.
Referencias
Jia J, Zhao T, Liu Z, Liang Y, Li F, Li Y et al. Association between healthy lifestyle and memory decline in older adults: 10 year, population based, prospective cohort study. BMJ (2023). DOI: 10.1136/bmj-2022-072691