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10 búnkeres de la Guerra Civil visitables a 1 hora de Madrid: «Son de los mejor conservados de España»

Las huellas de la Guerra Civil siguen presentes en muchos rincones del país. Uno de los lugares donde estos vestigios destacan es la Sierra de Guadarrama, uno de los escenarios más activos durante el conflicto bélico. Ocultos entre la maleza y la orografía del lugar, se esconden varios búnkeres que dan testimonio de esa etapa tan cruenta.

De todos ellos, algunos de los mejores conservados se encuentran en el municipio madrileño de Los Molinos. Estos se pueden conocer en una interesante ruta que combina historia y naturaleza.

La unión de historia y naturaleza

Los búnkeres de los molinos formaban parte de la segunda línea de defensa del bando republicano y, al no haber entrado nunca en batalla directa, se encuentran en un buen estado de conservación. La ruta que propone el ayuntamiento del municipio recorre 7,4 kilómetros y se puede realizar en alrededor de 3 horas. La dificultad es moderada, pero es totalmente asequible para niños. En definitiva, es un buen plan para hacer en familia, «acercarse directamente a estos acontecimientos históricos y disfrutar de nuestra naturaleza de una manera diferente», nos cuentan desde el Ayuntamiento de Los Molinos.

Las diez construcciones bélicas que se visitan están construidas con cemento y hormigón armado. Sus robustos muros tienen un grosor de entre 50 y 100 centímetros y están cubiertos en el exterior por piedras recogidas de la propia sierra a modo de protección y camuflaje. Además, también se añadieron unas troneras, es decir, pequeñas aperturas, para que los soldados pudieran disparar.

Algunos de los búnkeres mejor conservados de España

La ruta se divide en dos tramos. El primero de todos trascurre por un terreno llano, mientras que el segundo se adentra en la zona de La Peñota, una de las montañas más importantes de la Sierra de Guadarrama.

Los búnkeres de esa primera parte «son unos de los que están mejor conservados de España» destacan, ya que fueron construidos hacia el final de la guerra, entre 1938 y 1939. El primero con el que nos toparemos será el de Los Huertos, al cual accederemos por una trinchera. El segundo refugio es el del Sanatorio de la Marina y al estar dentro de un recinto vallado solo podremos verlo desde unos metros de distancia.

El tercer búnker es el de Majaltobar, en parte enterrado por escombros. Además, una zona socavada en la parte superior «hace pensar en el impacto de un proyectil», detallan. Seguimos la ruta y llegamos al refugio de Matamaillo, rodeado por una red de trincheras. Igual que en el caso anterior, se aprecia una zona hundida a consecuencia de un proyectil, pero este solo podremos verlo desde lejos al estar en una finca privada.

La quinta parada es el búnker de Balcón de La Peñota, ubicado dentro de una zona verde de la urbanización homónima, concretamente encima de una de las plazas interiores. Finalmente, el último refugio que pertenece a este tramo es el de Los Veneros. Este es el que se encuentra a mayor altura y posiblemente es uno de los últimos que construyó el Ejército Popular de la República, en enero o febrero de 1939 para ser exactos. Además, como curiosidad, en la parte frontal está grabada sobre el hormigón la inscripción “Año 1939” con la letra ‘ñ’ al revés, «una práctica habitual en la época en algunos medios de propaganda política, como las pancartas», explican.

Los primeros en ser construidos

Los cuatro últimos búnkeres pertenecen al segundo tramo y datan del año 1937. Están situados en la parte superior de la vía de Cercanías y son más grandes que los del primer tramo, pero están en peor estado de conservación. Igualmente, encontramos diferencias en la parte superior de los refugios, ya que esta es plana y está inclinada hacia delante y forrada en el interior con troncos.

El sétimo búnker es el de Majalcamacho, cuyos restos nos hacen pensar que fue explosionado desde su interior después de la guerra. Con ello buscaban «recuperar el acero de los proyectiles aún sin explosionar». Continuamos el recorrido hasta la siguiente parada, el refugio del Barranco de Las Encinillas, también explosionado tal y como atestiguan sus restos.

El penúltimo bunker es el de Las Encinillas, en mucho mejor estado que el resto de este grupo. En su parte superior se puede apreciar una barra de hierro que podría haber servido para colgar las redes de camuflaje. Por último, llegamos al final de la ruta, el búnker de La Molinera. Una trinchera da acceso a este refugio, con la parte frontal derruida, pero con la trasera en buenas condiciones. Estos dos últimos refugios están en fincas privadas, de modo que no podremos acercarnos del todo.

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